Sin lugar a dudas las historias asociadas a corsarios, piratas, bucaneros o filibusteros y sus fastuosos tesoros tienen preferencia en la narración de quienes viven en la Isla de la Juventud, situada en el suroccidente cubano.
Según la voz popular en noches de luna llena es cuando mejor se ve emerger de entre las aguas profundas La Barca y junto a su mástil la recia figura del Mallorquín, el verdugo que hostigaba la flota inglesa, la cual maniobraba en la zona del Caribe insular.
Dicen que todavía se le ve vagar por las polvorientas calles que bordean al segundo poblado en importancia del municipio especial.
Es como si la fantasmagórica imagen cuidara aún a los vecinos de Santa Fe, lugar donde vivió y amparó del hurto realizado por caimaneros y jamaicanos, quienes accedían al sitio a través de los ríos Las Nuevas, Las Casas y Santa Fe, para proveerse de cuanto estuviera a su alcance.
José Rives, nació en Mallorca, la mayor de las Islas Baleares en el Mar Mediterráneo y dedicado a la marinería desde niño no se sabe cómo y cuándo llegó a esta parte de la geografía cubana, sólo se conoce que en los años ’20 del siglo XIX ya era muy temido en el área.
Al ser ésta ruta obligada para las flotas que llenaban sus bodegas con las riquezas arrebatadas a los pueblos de América y las transportaban al viejo continente, los bandidos del mar no pocas veces interceptaron los botines tras librar cruentos combates.
En respuesta al daño ocasionado a esas embarcaciones en diciembre de 1822, los ingleses decidieron batir a los piratas durante un ataque producido en el delta del río Santa Fe, donde pese a la superioridad en efectivos y armas fueron derrotados por el Mallorquín.
Cuentan que al año siguiente el temible pirata sostendría su último combate, resistió los ataques del enemigo y disparó tantas veces su trabuco que se le reventó en las manos, herido mortalmente llegó hasta la hija del Alcalde del Mar Juan Vinajeras, Rosa y falleció en sus brazos.
Hoy muchos se preguntan ¿en que lugar estará enterrado Pepe el Mallorquín, en el cayo del monte donde vivió con Rosa Vinajeras o en algún otro enigmático paraje junto a sus fastuosos botines?.
Lo cierto es que aún boga por el litoral de la entonces Isla de Pinos el fantasma de La Barca, la cual, según la voz popular, emerge de las aguas para señalar el punto exacto donde fue hundida por los ingleses mientras guarda bien el secreto del sitio en que yacen los tesoros del Mallorquín.
Los Tesoros de Pepe el Mayorquín
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