Isla de Pinos —territorio de importancia estratégica y geopolítica— fue escenario de una prolongada lucha diplomática y popular que culminó con el reconocimiento de la soberanía cubana en 1925, tema abordado en la Mesa Redonda Informativa desde Isla Visión.
Roberto Únger, profesor universitario e historiador de la ciudad de Nueva Gerona, afirmó que este proceso, con raíces en el Tratado de París de 1898, marcó un capítulo esencial en la historia de la independencia de Cuba frente a la ocupación estadounidense.
Precisó el también Máster en Ciencias que tras el referido acuerdo, Estados Unidos (EE.UU.) comenzó a implementar estrategias de control sobre esta ínsula, inicialmente considerando su valor militar debido a su cercanía con el canal de Panamá. Sin embargo, al no cumplir con las expectativas para esos fines, el territorio se convirtió en objeto de intereses económicos y políticos, precisó.
Expuso que en 1903, Gonzalo de Quesada, ministro plenipotenciario de Cuba, firmó un tratado que reconocía la jurisdicción cubana, aunque este caducó por falta de ratificación. Un año después, se firmó un nuevo acuerdo sin cláusulas de caducidad, pero pasarían 21 años antes de que el Senado estadounidense lo aprobara.
Por su parte, Javier Negrín, también profesor universitario y autor del libro La masonería y el Tratado Hay-Quesada —premio de la crítica histórica—, dijo, en el habitual espacio radial y televisivo, que en paralelo, los movimientos populares en Cuba desempeñaron un papel fundamental. Desde 1923, con la creación de la Columna de Defensa Nacional y el Comité Pro Isla de Pinos, liderados por figuras como Enrique Bayos Soto y Eduardo Valdés de la Paz, el pueblo cubano se movilizó masivamente en defensa de esa parte del territorio nacional que se pretendía usurpar, refirió.
Subrayó que actividades como la Misión Patriótica recorrieron la nación a fin de sensibilizar a la población y fomentar la proclama “Isla de Pinos es nuestra”, en tal sentido, intelectuales y líderes como Rubén Martínez Villena y Fernando Ortiz utilizaron la prensa para desmantelar las falacias de los colonos estadounidenses y reafirmar la soberanía cubana.
Elier Ramírez —historiador, académico y subdirector del Centro Fidel Castro— al abordar la compleja lucha por la soberanía cubana sobre la Isla de Pinos, resaltó dos frentes claves: el diplomático y el popular. Durante décadas, EE.UU. intentó manipular el estatus territorial de la segunda ínsula cubana, incluso dejando su jurisdicción en un limbo jurídico mediante el Artículo VI de la Enmienda Platt, a fin de utilizarlo como herramienta de negociación geopolítica, dijo.
Subrayó el protagonismo de figuras como Cosme de la Torriente , quien lideró los esfuerzos diplomáticos y logró finalmente la validación del acuerdo en 1925, que reconoció oficialmente la soberanía cubana. Este proceso estuvo marcado por enfrentamientos en el Senado estadounidense, donde se evidenciaron posturas racistas y expansionistas que buscaban priorizar los intereses coloniales de su élite de poder, enfatizó.
Únger recordó que este triunfo, celebrado con festividades y reconocimientos, fue un hito tanto diplomático como popular, consolidando la soberanía territorial de Cuba. La frase de un diplomático belga, “es la primera vez que se le arranca una pluma al águila imperial", sintetizó el significado de esta victoria frente a EE.UU.
Acotó que la historia de Isla de Pinos subrayó el poder de la unión entre los esfuerzos diplomáticos y las movilizaciones populares. Este evento no solo aseguró la soberanía territorial, sino que también dejó un legado de lucha y justicia que continúa inspirando a los cubanos.
Al concluir la Mesa Redonda, se presentó el programa de actividades que dará realce a la celebración del Centenario de esta significativa efeméride, destacando cómo la unidad patria prevaleció sobre las diferencias ideológicas.